«No se trata solo de ecología. Es el reconocimiento de la individualidad y la conciencia de un ser vivo indefenso ante la explotación humana. Es el respeto a su derecho a la vida». El juez robot transmitió la sentencia y el humano acusado fue declarado culpable.
Un perfume sutil de brisa y lluvia matutina inundó la sala. Los colores de una parte de los asistentes al juicio resplandecieron como no hacían desde hace mucho tiempo; por fin se había hecho justicia para su reino.
La víctima irradió un verde vívido a través de sus tallos y hojas. Su bioguardián la tomó afectuosamente entre sus brazos metálicos para comunicarse con ella, aunque no necesitó procesar la señal química vegetal para saber que estaba jubilosa.
Mientras tanto, el veganista fue enviado inmediatamente a las celdas de reeducación ecológica para su neurocondicionamiento.
⎊ Homo Vagans | El vértigo de la vida
- Ilustración: Anatheme