Un hombre estudia el tiempo. No es su obsesión, pero sí su objetivo principal entre interminables aficiones. Fluyen los años, y a diario se acumulan observaciones e hipótesis. Su tarea parece absurda, pero busca una solución para el misterio con afán de eludir el presente.
Hace mucho quedó atado al presente cuando imaginó que este era un caballo salvaje que se dirigía, veloz como el viento, a un precipicio en medio del desierto. El entonces joven, soñador, con anhelos de libertad y de amor, se montó, pero se olvidó de las espuelas, se olvidó de las riendas, se olvidó del caballo, se olvidó de cómo apearse... y ahora, convertido en cronólogo, vive angustiado por el final de su carrera.
Sin embargo, que un ser terrenal sujeto al tiempo lo comprenda es una tarea titánica si no imposible. Por eso tarda su investigación; tanto que sus minuciosas descripciones y análisis se apilan en una torre desafiante, incluso para el cielo.
Alza la vista mientras su torre hiende el vacío como un rayo... Su horizonte se ilumina mas su habitual sonrisa desaparece.
Y es que un día encuentra la respuesta, pero justo cuando la noche lo envuelve. Se da cuenta de lo inevitable, su estudio no tendrá sentido ahora. Antes, deberá empeñarse en una nueva tarea sin lapso para él: descifrar el oscuro enigma de la vida.
Si lo hiciere, solo así podría difundir su hallazgo porque, de otro modo, ¿quién sería capaz de escuchar la revelación de un muerto?
⎊ Homo Vagans | El vértigo de la vida
- Ilustración: Koalalalala