Manuscrito V

El arte de la ficción

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Arte de lo oculto

Se pueden ocultar cosas en lugares recónditos o de difícil acceso: detrás de una llave, claves cifradas, vigilancia y hasta en aquellos sitios que solo las mamás localizan después de que te mandan a buscar y no encuentras nada. A pesar de ello, la mejor forma de ocultar algo es dejarlo a la vista de todos. Se trata de colocarlo en las narices de las personas: aquel punto que cualquiera podría llamar apresuradamente «obvio» y que, sin embargo, por esa misma condición es siempre pasado por alto. Solo la casualidad podría revelarlo, pero, mientras la tendencia de los humanos a ignorar lo evidente y perseguir lo sofisticado persista, uno puede seguir ocultando cosas fácilmente e incluso decir que «justo aquí lo estás leyendo» y ni tú mismo te darás por enterado.

Arte poética

Un buen poeta sabe cautivar corazones, incendiar espíritus y formar nuevos mundos para sus lectores por medio de sus creaciones. Pero el mayor de los poetas va más allá. No solo sabe sumergirte en otra realidad y hacerte parte de ella... esos corazones, esos espíritus y hasta tú mismo son creados por él siempre que lees sus textos, desde la primera palabra a la última.

Arte del espionaje

Un buen espía pasa siempre inadvertido pues se funde con la realidad circundante para que esta lo encubra. Podría ser incluso la persona que tienes delante de ti en algún momento de tu vida diaria. La discreción y la inteligencia son esenciales. En cambio, el mejor espía es aquella persona capaz de decir: «soy un espía» y aun así no recibir ninguna atención o, si acaso, si lo escuchas y lo ves, ya sea por compasión o por incredulidad, tú mismo acompañarás su sonrisa burlona... tal como él lo había calculado.

Arte retórico

Un buen retórico persuade por la lógica de sus argumentos, por el encanto de sus frases y por la fuerza de su presencia, por todo esto en conjunto y armonía. Sabe conquistar tus ojos, tu mente y tu corazón. No obstante, el más grande retórico es quien tiene la capacidad de persuadir por medio de la proyección de su pensamiento, de entrar en sintonía con el tuyo y, al final, hacerte sentir que has decidido actuar libremente en favor de sus palabras. Para él, su imagen, su lenguaje y su retórica son solo la forma predictiva de aquello que abrazarás como tuyo: tu convicción. No se trata de manipulación. No miente, sino todo lo contrario pues sabe que la verdad es un arma poderosa y eficaz. No es que juegue con tu mente. Es que conoce sus reglas, su funcionamiento, además de tus miedos, tus anhelos y tu contexto, lo suficiente como para ponerlos siempre en la frecuencia correcta. Y ni tú mismo lo habrás notado.

Arte de magia

Un buen ilusionista jamás revela sus secretos. Sin embargo, al gran ilusionista no le importa hacerlo. Da igual qué tanta atención pongas: su revelación, sus palabras e incluso tú mismo siempre son parte de su acto.


Homo Vagans | El vértice de la mente