Esto no es un juego,
pero somos como niños en él.
Es una mirada o un beso,
o la amable brisa de tu voz,
que de felicidad es canción.
Son tus abrazos y los nervios,
o las sonrisas en un papel
que, ansioso, cada día espero.
No cambiemos las reglas del futuro:
Te daré mi fortaleza
cuando te falten fuerzas,
y tú me inundarás de amor.
Tú serás el impulso de mi oración
y yo te acariciaré el alma
con lo que la mía exhala.
Olvida quiénes fuimos
pues aquí confluye un destino
donde uno más uno siempre es uno.
Esto no es un juego,
pero somos como niños en él.
Miremos a lo alto del cielo
y escuchemos el bullicio de la ciudad,
y saltemos y salgamos a caminar,
y emerjamos en amor desde dentro
para que el mundo sepa dónde lo encontré:
amar sin límites, lo demás no lo entiendo.
En la escuela del futuro
yo aprendo de tu ojos
que me exponen todo el cosmos.
Tú aprendes lo que siento
por mis rimas y mis versos.
Tú me enseñas que la vida
con galletas se disfruta y es sencilla...
Y yo te enseño un camino
que me lleva a aquel destino
donde uno más uno siempre es uno.
Esto no es un juego,
pero somos como niños en él.
De mañana no pensemos
que la noche llegará;
la alegría es un postre, y ese nunca cae mal.
Y si es de noche, siembra sueños
que haremos florecer...
No estés triste todo el tiempo.
El presente es el futuro:
Y así, tú eres feliz sin ocultarlo
y yo corro contigo de la mano.
Tú endulzas mi melancolía
y yo pongo bálsamo en tus heridas.
Tú, que viajas; yo, que te espero...
Tú me amas en silencio
y yo, correspondo y te lo escribo
pues nuestro hoy es el destino
donde tú y yo siempre somos uno.
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