Manuscrito V

Misterio

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Flor y noche
son el misterio de tu piel,
seda y verano...

Llévame a tu jardín de flores
donde cada una resplandece
como diez mil estrellas.
Su alimento, me has dicho,
no es la luz sino mis ojos;
no es el agua sino mi boca.
Descubre tu jardín, que eclosione todo
para que mis manos cultiven
la tierra sagrada de tu piel
y sean el guardián de tu misterio.

Conduce mis alas flamígeras
hasta descender a tu templo nocturno.
No temas que se apaguen entre las sombras
pues una hoguera alumbrará la materia oscura
imitando del Tiempo la voracidad
que absorbe nuestra razón y la destila
en latidos y ecos impetuosos.
Revelarán el secreto tus labios
para enseñarme que tu piel reverbera
cuando en la penumbra oscila tu misterio.

Cubre la longitud de mi alma
con la calidez de tus dunas,
con la tersura de tu cielo meridiano
y con los destellos de tu rocío matutino.
Mi paz la encuentro en el desierto,
dorado, inmenso y fuente de sedosas visiones.
El azul del firmamento es una ventana a otros mundos
tanto como las lágrimas frescas de la mañana
serán las blancas perlas del recuerdo de tu piel,
fino tejido de tu misterio.

Envuelve con tu carne estival mi madera...
Con el murmullo de tu lluvia,
con el licor que mana de tu voz,
con la estela del aroma de tu mar
conviérteme en un árbol devoto de tus dones,
pues firme me alzaré hasta las nubes
para catar la miel cristalina que esparces,
y tenaz ondearé mis ramas
para prender tu piel en cada brisa
e inundar el vacío con tu misterio.


Homo Vagans | El vértigo de la vida