Manuscrito V

Oscurantismo

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—¡Imposible! —dijo el joven científico haciendo la señal de Pi y recitando varias fórmulas hacia aquella forma vagamente humana que se materializó de la nada frente a sus ojos bioelectrónicos.

El torpe saludo que intentó articular la figura solo hizo que el científico se diera frenéticas bofetadas como quien busca espantarse el aturdimiento de una somnolencia.

«Otro fanático…», le infundió mentalmente la decepcionada aparición mientras se desvanecía en el flujo de la q-lengua para volver a 3024.

El científico no había bebido, por eso quiso creer que tanto trabajo intelectual le estaba comenzando a provocar alucinaciones. Temblando de miedo (sería acusado de crimental si sus colegas más viejos y devotos se enterasen de aquel episodio), se tragó un puñado de ansiolíticos y corrió a confesar sus pecados al psiquiatra.

Después de un sencillo reajuste neuronal, el joven fue redimido y, con mirada luminosa, retomó el camino de la Verdad de la Ciencia.


Homo Vagans | El vértigo de la vida