Manuscrito V

Zemblanidad

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El sigilo del intruso, en ciertas circunstancias, es un arma defensiva, un método de supervivencia. Sin reprimir su desconcierto, debe mantener una distancia prudente del recién descubierto planeta ya que, esta vez, hay señales de vida de naturaleza extraña. El riesgo es que sea inteligente, al menos como para detectar a otros seres vivos ajenos a su entorno, también inteligentes y potencialmente nocivos.

Por supuesto, el intruso no se considera a sí mismo nocivo; no obstante, sabe que las formas de vida del planeta que ahora inunda de azul el portillo principal podrían pensar distinto. Por ello, analiza los datos recibidos a gran velocidad en sus neurotelerreceptores antes de tomar cualquier iniciativa con respecto al descubrimiento. Parece ser que ha encontrado algo interesante en su ruta. Su pensamiento fluye y dialoga simultáneamente, a la par de la lectura de información:

«Brillante. Exótico... Es un destello en índigo sobre una vida frágil y caótica. Vida verdosa y acuática [VERDAD], evolución persistente con señales de... [¿¡ÁMBAR | ACASO!?]».

«Sí [PARCIAL], hay evidencia. Además de la Inteligencia Central Estelar del Sistema y la subordinada planetaria, existen dos rudimentarias inteligencias que actúan como parásitos no-integrados, asistémicos. La mayor y más desarrollada es de origen inorgánico [!], está pseudointegrada y determina el orden de corpúsculos individuales de inteligencia orgánica que deambulan por todo el planeta..., [PERO]».

«[DURANTE] Descarta a la inteligencia inorgánica... [REPULSIÓN]. Será fácil inhabilitarla si intenta interferir en la prospección planetaria. ¿Qué sabemos de esas inteligencias orgánicas? Se manifiestan como una espesura opaca en enjambre no-ordenado y eso dificulta la decodificación de su lenguaje».

«El análisis de sus canales semióticos ilumina poco al respecto [?]. Su flujo mental es rectilíneo, ambiguo e intrascendente durante la mayor parte del tiempo. Las extensiones supralingüísticas que utilizan están basadas en materia inerte y ondas electropropulsadas; están interconectadas para dar soporte a la inteligencia inorgánica. El 97.88% de su arquitectura reactiva y constructiva de la realidad está diseñada a partir de impulsos y catálisis retroactivas químicas altamente inestables. Su sistema de comunicación inherente es demasiado primitivo pues requiere de un soporte acústico y sus ondas psi están sobrecargadas de ruido visual y pulsiones autoinducidas. La transmisión-recepción de emanaciones implícitas es prácticamente nula».

«Quizá podríamos... [HIPÓTESIS DE SERVICIO ITERADO]».

«¡No! La probabilidad es cercana a cero [!]. Por alguna razón bastante justificada, nadie más se ha interesado en ese muladar, pues no es la primera ocasión en que alguien se encuentra con este planeta. [EXTENSIÓN] Emiten y reciben sonidos en un rango acústico muy limitado... Su cenagosa mente sería un miasma fétido incluso para los mejores psiconautas y la proliferación de ondas (principalmente visuales y subliminales) artificiales impiden la sublimación adecuada de información. Son [PELIGRO] violentos debido a sus funciones químicas y cerebrales arcaicas, es decir, carecen de empatía genuina y consistente, lo cual demuestra un bajo grado de evolución alternativa a la nuestra... Ya se sabe lo que ha pasado en otros casos similares... No poseen cromatóforos auténticos ya que su coloración ingénita determina cuestiones difusas de identidad; y sus extensiones cromáticas (y morfológicas) no están sistematizadas más allá de una diferenciación de estatus o derivadas de sus estados químicos internos... [ADEMÁS]».

«¡Detente ya! ¡Qué oscura obscenidad! Pon [#000001] como advertencia y aísla sus coordenadas dentro y fuera de los pliegues dimensionales. Me queda claro que estos ciegos primitivos ni siquiera entenderían nuestras órdenes y, si lo hicieren, el beneficio de su ayuda sería muy poco comparado con los problemas ocasionados» [RETROCESO].

El Cefalópodo Navegante Dual se dobla nuevamente hacia su Sistema y su holotinta cubre de gamas negativas el pliego espacial ocupado por un grotesco exoplaneta de los suburbios galácticos. Aquella cloaca, con la que pocos Navegantes se habían topado (siempre por descuido en el control de Zonas Oscuras) y que había quedado censurada en todos los mapas, se fue por la esclusa cartográfica cósmica de una vez. A partir de ahora, tal como dicta el protocolo, todos los Sistemas Internos callarán el asunto por cuestiones de higiene y luminosidad. Las torpes criaturas que habitan el planeta jamás se darán cuenta de su aislamiento y pasarán por creerse que son las únicas en el universo hasta preguntarse por qué aún no se ha establecido el Contacto. La respuesta es evidente: ¿Quién medianamente civilizado (y cuerdo) querría encontrarse con semejantes sabandijas en su camino?


Homo Vagans | El vértigo de la vida